Sin un cielo etéreo sobre nuestras cabezas, ni un infierno ardiente bajo nuestro pies,

 

El jardín de las delicias, El Bosco.
¿Dónde queda la moral humana si no existe el castigo ni la recompensa?, ¿Qué limita los deseos si no es la propia voluntad que se sustenta en convicciones éticas?, marchamos sobre la superficie de este planeta hace miles de años, simios inteligentes que se mueven en manadas en busca del ritmo de la supervivencia, del bienestar, rodeados por el temor, por los desconocido de un mundo en proceso en el cual cada reflexión sólo abre espacio para reconocer más ignorancia... ¿Son acaso nuestros días distintos a los de aquellos primeros primates bípedos?, flotamos en un sistema solar a la deriva de la brisa interestelar desconociendo casi por completo el funcionamiento físico de la galaxia, con apenas suficiente lógica para poder demostrar la existencia de las leyes físicas, con las que sólo algunos llegan a entender la vida... Existimos aún entre la razón y la creencia, y nuestros debates siguen siendo arcaicos, porque no vemos mucho más allá de este pequeño sistema de soles del universo visible, y sólo nos queda contemplar estupefactos la pequeñez de nuestra existencia. En palabras de Jean Paul Sartre "La vida tiene un sentido, si uno quiere dárselo(...)" y así, bien coherente y advertir de lo peligroso que es cuestionarse lo que para otros simboliza la razón de la existencia, de no ser así no hubieran tenido lugar las Cruzadas, ni la Inquisición, ya que la convicción por negarse al sinsentido es tan fuerte, que en muchos casos prima sobre la vida misma, en otras palabras valdría más para muchos la propia muerte que reconocer su esencial sinsentido. 

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