La Oshiroi Baba frecuenta bosques nevados, y solitarios. Ilustración extraída (de): http://www.scaryforkids.com |
En el extremo oriente japonés es común encontrar una gran variedad de situaciones climáticas; en algunas regiones por momentos del año existen temperaturas tropicales, y tranquilizadoras, pero también en otras es usual que la nieve cubra los caminos, y la temperatura descienda incluso al bajo cero. Esta condición plural, y ambivalente también ha tenido su afección en la mitología, y folclor de Japón, por ende de forma interesante la idiosincrasia se ha desarrollado en diversas facetas; en el caso de los Yōkai, las figuras de estos se han formado bajo el contexto. La leyenda de la Oshiroi Baba es un claro ejemplo de esto. Al norte de Japón, donde el frío previene a los aldeanos de la pronta caída de los cúmulos de nieve nace su leyenda, donde se describe la historia de una mujer mayor, con la cara pintada de forma descuidada con Oshiroi (la pintura blanca usada como maquillaje por las Geishas), la cual camina cansada con un gran sombrero de paja cubierto de nieve, ofreciendo amablemente de su frasco de sake a los viajeros. Se dice también que la Oshiroi Baba al encontrar en su camino a mujeres jóvenes rocía sus rostros de ácido para deformarlas, mientras estas confiadas se exponen ante la aparente indefensa anciana. Como en todos los casos anteriores, hemos visto la dualidad característica de estos Yōkai, un ejemplo de ello son las diferentes versiones de la leyenda de la Oshiroi Baba, donde en algunas, como por ejemplo la célebre historia del Templo de Hase-dera, en Kamakura, se expone una faceta benevolente, y divina de esta criatura; la cual según el relato, enviada directamente por la diosa Kannon, alimentó a los monjes del templo después del trágico saqueo producido por los hombres del Shogunato Ashikaga, y logró que estos terminarán su célebre pintura a la diosa, en respuesta, e irónicamente en comparación a otra versiones de este Yōkai un templo se levantó en su favor, y benevolencia por el recuerdo de la hazaña de auxilio a los desamparados monjes.
En otras palabras podemos decir que la figura de la Oshiroi Baba es volátil, en algunas regiones quizás una desalmada bestia que aguarda en los caminos nevados, mientras en otras una benevolente mujer que atienda las suplicas de los desprotegidos. Como lo es en otros casos, no sería preciso decir que los Yōkai son del todo un demonios, sin embargo sería dudoso opinar lo contrario; más objetivo es verlos como sólidas muestras a la pluralidad idiosincrática de Japón.
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