La Oleada Nostálgica de las 4:00 pm

Café de Leningrado, Gerwitz Vladimirovich,
1984.
   Hay un espacio sin trasfondo alguno despejando el aire 
sin quitar la brisa(...)
El tiempo sin destino es uno de los bordes más imprecisos de la vida; fuera del expresionismo, y del código sofisticado de una cadena personal, el tiempo vacío es quizás el más imponente agujero de la consciencia; encontrarse solo en la desobligación de estarlo, hay que dejar que exista un componente complejo en la intimidad minimalista e inestable de la vida cotidiana; hay que existir como la llovizna en el parabrisas sin más que un momento entre la atmósfera burbujeante de una  tarde cualquiera. El parafraseo es un estado agónico de la esencia, subjetivo, e incorrecto; un exilio en vida a la ceguera más dulce posible, se respira por todos lados, en las ciudades, en los callejones y en las esquinas, donde se dan vueltas interminables al espacio, y viajes injustos al recuerdo; no hay más que el merodeo, y los viejos tactos de la vida; el arte usado, y las mismas botas de andar; la mente ajena durante las semanas, y cualquier pulso apagado durante la rutina. Lo inmutable existe en la vista propia,  en la voz propia, en el egoísmo tierno de la supervivencia, en el zigzageo asfixiante de los días, en las lecciones silenciosas de los niños, y en el vandalismo inevitable de mirarse a los ojos; ¿qué hay más que el reflejo de un sueño impropio desde la vergüenza cotidiana de la realidad?, es inútil revolverse fuera de la estética de unas lineas pesadas propias de nadie, sin embargo es justo retratar el naufragio desde las costas imaginarias de la decadencia.

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