Un poema para astronautas

Un  caminante en un mar de soles. 
frente al sublime terror de la distancia, 
de la oscura grandeza de la cumbre interestelar, 
con ideas interrumpidas por sentimientos, 
en la penumbra de la mente, 
racionalizando ideas fugitivas a gravedad cero.
El metal insensible de 
la cubierta, 
y el reflejo de la explosión amarillenta de una estrella
choca contra el cristal en un vacío inmenso, 
sin dioses ni hombres, sin historias, 
ni países.
 Sólo silencio en los rincones escarpados de la consciencia, 
donde la soledad suena al mismo tono que astros en combustión intensa.
Un canal de estrellas distanciándose a 300.000 kilómetros por segundo en la oscuridad. 

El vacío espacial está demasiado lleno. 


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