Voyager 1: un pronto adiós a la heliopausa

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La casi artística imagen de la Voyager tan lejos,
 pero tan cerca de
nosotros.
En la segunda mitad del siglo XX, después de la exitosa llegada del Apolo 11 a la luna, la ciencia de la época puso su atención con firmeza en las estrellas, luego del abordaje de varias proyectos de exploración espacial, La Administración Espacial de la Aeronáutica, y el Espacio (NASA) empezó a desarrollar una misión similar a la de las Pioneer, las cuales fueron sondas no tripuladas enviadas al espacio con el fin de obtener información detallada respecto a muchas condiciones físicas, y químicas de los planetas del sistema solar, y del espacio como tal. Lo que hace interesante a la misión de la sonda Voyager 1 es su increíble duración en comparación a las otras sondas, como por ejemplo la Pioneer 10, que duró 30 años en misión, dando su última señal débilmente el 23 de enero del 2003, la sonda Voyager 1 lleva 40 años en estado activo, y a pesar de que sus sistemas se han ido deteniendo lentamente sigue enviando información vital para el entendimiento de los confines de nuestro sistema solar. En su interior el Disco dorado con los sonidos de la tierra, la lluvia, los relámpagos, y los besos, incluso algo de Rock, y música clásica, además un mapa con las coordenadas de la tierra, y una ilustración sobre la anatomía humana, y las demás formas de vida del planeta terrestre. La Voyager 1 más que ser una misión investigativa deambula hoy en día titilando una débil señal a lo largo del vacío espacial, con una marca de nuestra existencia pronto perdida en una marcha negra al borde de la galaxia para darle un adiós a la heliopausa,

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