El sinsentido del alma chovinista

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¿Cuál es tu lucha lejos del sudor, y la sangre?
El orgullo patrio enaltece el estandarte, y en hondeo con la brisa el alma poco instruida siente gloria en el color cualquiera de una bandera; el patriotismo también tiene agujeros, y en su práctica no hay más que un narcisismo patológico. No existe más gloria en un color o en un idioma, porque esta no es producto de la geografía, o la procedencia; es más bien una complejidad trabajosa no tan simple de exponer. Para algunos, y quizá la mayoría la enfermedad chovinista llega sin ser diagnosticada, un orgullo vacío hacia la simbología patria, que se impone sin tolerancia alguna sobre las concepciones (producto de la idiosincrasia) de cualquier individuo ajeno a la tierra amada. A diferencia de las expresiones xenófobas, se podría caracterizar al chovinista por un desprecio generalizado, y no discrimante; cualquier ajeno ya es objetivo de la indiferencia.
El aire imperialista de este fenómeno ya ha sido propio en ocasiones anteriores de los Gloriosos Pueblos de Occidente, los cantos del Imperio de los 1000 años eran reflejo de estos intensos sentimientos patrios, y ya en palabras más cercanas, un Tercer Reich; citando la auto-proclamada superioridad racial. 
El chovinismo ha sido producido en la mayoría de los casos por ideas lejanas a un desarrollo individualista, su apoyo yace en la credibilidad de los colectivos, en la identificación de las masas con la atmósfera que los envuelve; generando la fuerza bruta para darle aire, y ego a la bandera orgullosa de un pedazo de tierra. En otras palabras, una herramienta útil para invocar el fervor de las masas, para mantener la guerra o provocarla; en nombre de caudillos ambiciosos, y coloridos. Quizás no haya más que esto para el alma débil de un pueblo sin causa, que en la tragedia encuentra consuelo bajo la sombra de la pasión innecesaria de los mismos campos, y valles que hubiera abandonado sin más. 

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