Dark: la física cuántica del amor

Una serie que definitivamente cuestionó todos las reglas impuestas por la ciencia ficción sobre los viajes en el tiempo, que rompió con las reglas y dio comienzo a las paradojas más confusas posibles, que explota desde los más simples rodeos adolescentes los más complejos paradigmas de la ciencia.

"No es el dónde sino el cuándo(...)"

Esta producción alemana de Baran Bo Odar y Jantje Friese llegó a nosotros en el año 2017, presentándonos el pequeño pueblo alemán de Winden en un atmósfera grisácea, y oscura donde en medio de un espeso bosque sobresalen las  calderas de vapor de agua de una gran planta de energía nuclear que alimenta al pueblo. Los personajes, y el contexto en el primer capítulo pintan  de forma entendible, un suicidio, una carta, un chico que se quedó sin padre, y finalmente una extraña desaparición cerca a una peculiar cueva en lo profundo del bosque.
Pero, en todo caso hasta este punto las cosas marchan de forma muy manejable para los espectadores,y comprensible en la serie. Pero,esta clase de entendimiento lineal de Dark sólo dura algunos minutos del primer capítulo. Todo esto antes de exponernos a las más grandes paradojas de la física cuántica entre las cuales Jonas, Martha, Ulrich, Hanna, Claudia y los demás personajes tendrán que navegar espesamente buscando, y buscando siempre algo,marchando entre mundos, entre tiempos para conseguirlo,apuntando a muchos lados, antes claro del fin de los días... 

Una construcción impecable, precisa, pero confusa en medio de los multiversos, de la incertidumbre de Heisenberg, de la superposición cuántica, del Boson de Higgs, de las formas más complejas, entre rarísimas máquinas, y relaciones... pero, todo el viaje complejo para llegar a un propósito simple, la marcha del tiempo,la parálisis, la dualidad material, la eternidad o la nada, para finalmente sólo haber hecho un largo viaje en el cual es válido desvanecerse en el vacío por amor.